viernes, 11 de septiembre de 2009

La Academia


Foto por carlosjmartin

Estaba tan emocionado por que ese sería mi primer día en la academia; un pequeño internado situado en el centro de la ciudad. Era una escuela muy grande: tenia muchos cuartos, varias salas comunes, e incluso Internet inalámbrico. Podría quedarme ahí para siempre. Por fuera parecía como cualquier otro aburrido internado. La entrada principal era un enorme portón negro con una pequeña puerta por donde se entraba y salía en periodo de clases. Hoy, por ser el día en que todos los estudiantes llegaban, mantenían el portón abierto.
Había llevado a mi novia Valeria a conocer el lugar. Ella también quedó maravillada  con el lugar. Todo el tiempo estuvo diciendome que sería feliz viviendo ahí conmigo.
Cuando se hizo hora de bajar mis maletas e ir a instalarme ella no me pudo acompañar, ya que a mi dormitorio no se le permitía entrar a las mujeres. La dejé con un amigo suyo mientras yo me instalaba. Me habían dicho que iban a ir a la tienda a comprar algo; la verdad no recuerdo qué, golosinas seguramente.
Baje mis maletas de la van y me dirigí directamente a mi cuarto. Al pasar através de la sala común, encontré a muchachos de mi edad muy entretenidos: algunos con juegos de mesa y otros jugando Guitar Hero en la consola. Al llegar a mi cuarto me encontré con un anciano recostado en la cama que estaba justo al entrar en la habitación. El viejo estaba platicando con un muchacho menor. Le contaba historias sobre su juventud y sobre como había ganado un record Guiness haciendo bombas con chicles. Debería ser su abuelo seguramente.
Yo tiré mis maletas con alivio y comencé a desempacar. Saqué cuidadosamente mi ropa y la doblé en el baúl que estaba al pie de mi cama.
-¿Cansado muchacho?- Me preguntó el anciano. Había dejado de contar historias al chico que tenía a su lado para hablarme a mí.
-Algo, el viaje fue muy pesado- Le contesté cortésmente.
- Lo bueno que lo pasaste junto a tu novia ¿verdad?-
-¿Usted como sabe que vino mi novia?- La curiosidad me invadió, y seguramente el se dió cuenta.
-Vi como la besabas al bajar de la camioneta- Dijo el anciano entretenido con un periódico que tenía en sus piernas.
-Ah- Dije.
Cuando hube terminado de desempacar y de instalarme, me dirigí hacia la puerta entusiasmado por verla de nuevo.El anciano me dirigió una mirada curiosa y me dijo:
-¡Chico! ¿No te gustaría oír mis historias?-
-Ahora no señor.- Le conteste en tono amable. - Tal vez luego-
El anciano alzó sus hombros en tono de resinación y dijo:
-Será otro día entonces-
Me dirigí hacia la sala común donde los muchachos aun seguían entretenidos en la consola. La crucé sin mirar a nadie y luego salí del campus.
Al pasar por el portón un mal presentimiento cruzó por mi mente, como si algo malo le fuera a pasar a mi chica. Comencé a recorrer la acera con un paso apresurado. En el camino, me encontré con mi mejor amiga que estaba muy entretenida hablando con unos muchachos. Ella era la responsable de que Valeria y yo nos conociéramos. A la que le debía todo.
-¿Que tal?- La saludé.
-¡Hola Gonzo!- Me dijo emocionada.
-¿Como has estado?-
-Muy bien ¿Y tú?-
-Desde que tengo a Valeria no puedo quejarme.-
-A propósito de ella. La vi tomando y creo que se emborrachó- Noté un signo de preocupación en su voz.
En ese momento temí lo peor y comencé a correr por la acera. Sabia que Fercho no era alguien de confianza si Valeria estaba ebria. Mi corazón comenzó a latir con tal fuerza que empecé a respirar muy mal. Mi respiración entrecortada apenas me permitía correr. Y la preocupación empeoraba mi estado. No podía permitir que él le hiciera algo a Valeria. Jamás me lo perdonaría.
Corrí como nunca en mi vida. Mi prima me saludo desde su camioneta pero yo estaba tan preocupado que le hice caso omiso. Lo único que  había en mi mente entonces era salvarla.
Cuando por fin llegué, ella estaba, en efecto, muy ebria. Apenas podía caminar y estaba muy eufórica. Ella y Fercho reían a más no poder. El estaba sobrio y la ayudaba a levantarse cuando se caía.
Cuando Valeria vio que me acercaba le dijo a a Fercho con un aire de desprecio hacia mí:
-Ash, ya vámonos. Se nos arruino la fiesta.-
-Claro- Dijo el ayudandola a entrar en su camioneta.
-¡Valeria!- Grite desesperado.
-¿¡Que!?- Jamas la había visto tan enojada, mucho menos conmigo. Conmigo siempre había sido dulce.
-¿A donde vas?-
-Ash- Pareciera que le molestaba mi presencia.
-Que te importa!- Me replicó enfadada.-Vámonos Fercho-
-No te vayas por favor!- Le dije tomándola delicadamente del brazo.
-¡Sueltame!- Me grito al mismo tiempo que se sacudía para liberarse.
-¡No vayas!-
-¡Ash, solo es una mojadita!-

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojalá que ya se pueda...

=S

Mai Puvin dijo...

Ayyy que tremendo, me erizaste la piel... Qué buen relato. Llegué acá por Jonathan y ha sido un verdadero placer leerte. Escribime sobre el anciano, pienso que no existía, solo en tu mente...

Un abrazo y te espero por mi sitio donde ya te agregué al listado de Visita Obligada para seguirte a diario.

Un abrazote.

Mai Puvin dijo...

Ahora si Gonzalo... seguimos comunicándonos. Un abrazo!

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